Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Jeremías 2:13
¿Cómo está mi cisterna? ¿Existe alguna insatisfacción en mí? Podemos vivir nuestra vida de fe creyendo la mentira de que tenemos todo, pero nos falta una cosa para estar completos. Puede ser esa casa soñada, esos hijos, ese noviazgo o matrimonio, quizás el trabajo perfecto.
¿Será que en algún momento cambiamos la plenitud de Dios por una petición no respondida? ¿Se habrá convertido esa petición en un ídolo? ¿Seremos completos verdaderamente al recibir eso que hemos orado?
Cuando vivimos pensando que algo nos falta para estar plenos, ignoramos que existe alguien que quiere darnos todo, pero en su tiempo y de acuerdo con su voluntad.
Vivimos de ilusiones o fracasos intentando en nuestras fuerzas llenar una cisterna que no retiene el agua. Cavamos una cisterna, pensando que nos tocaba, cuando nuestra provisión es el Señor.
Dejamos de lado el agua viva, yendo tras algo que no nos llenara nunca, porque solo uno es el que llena, solo uno es el que sacia.
¿Ahora qué? Empecemos a buscar la fuente de agua vida. Creyendo que el sacia y que no necesitamos más.
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
Colosenses 2:9-10