Si eres una persona que usa anteojos o lentes, puedes decir que esta regular o más o menos, también sabes que cada año es necesario hacerte de nuevo un examen de la vista, para ver si los lentes te siguen funcionando o si requieres un cambio.
Si eres de los que nunca ha usado lentes, eres dichoso, pero siempre debes cuidarte, en fin, este post no es una pauta publicitaria.
El mensaje que quiero dejarte hoy, es que, así como debemos hacer revisiones cada cierto tiempo para saber si nuestra visión está bien o no, así mismo, nuestra visión espiritual debe ser revisada.
Muchas veces en medio de las situaciones de la vida, podemos olvidar que nuestra mirada debe estar puesta en Jesús, ya que él es el origen de nuestra fe. Cuando perdemos a Jesús de nuestra visión, viene el cansancio, no uno que se termina cuando duermes unas horas, uno que pesa en el alma.
Por esto mismo, te quiero invitar a pensar en que tanta importancia le estas dando a esa situación que te carga, puede ser incluso una petición sin respuesta, algo que deseas con el corazón que suceda, pero aun no pasa nada. Es normal que tengamos luchas, situaciones, peticiones, entre otros, pero Jesús vino para que tengamos una vida plena, si eso no ocurre, podemos analizar que podemos mejorar.
Quizás estamos demasiado enfocados en los problemas, más que en el Dios que puede solucionarlos.
Hebreos 12:2-3
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.
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