Con el paso del tiempo, podemos llegar a creer que somos extremadamente buenos que mereceremos las cosas, en los peores casos, hasta juzgamos a otros, porque ahora nos sentimos superiores, pero no vamos a profundizar mucho en el tema, ya que eso debería ser en otra publicación. Retomando, cuando hemos decidido buscar a Dios y acumulamos varios años, puede ser que también acumulemos un poco de ego. Parte de la razón de ser de este blog, es meditar un poco.
Así que pensemos por un momento: ¿Quién era yo antes de conocer o acercarme a Dios?
A veces las “obras como creyentes”, o las tareas de la comunidad o iglesia, el servicio voluntario que ofreces a cualquier organización, puede hacer que entre tantas actividades olvidemos el porqué.
Dios no nos ama por el servicio que le damos a otros, por el dinero para financiar proyectos o el tiempo que inviertes en buscarlo. El simplemente nos ama de una manera que no podemos imaginar, porque nos creó para su gloria. Así como un padre se deleita en su hijo deseado, él lo hace con nosotros.
Quiero recordarte que no merecíamos nada, nada de Dios, pero por su gracia, nos llenó de todo, por su gracia lo entrego todo, sin conocer si responderíamos con agradecimiento o no, por amor.
No te esfuerces por querer ganarte algo que ya tienes, el amor y gracia de Dios.
Juan 3:16 … de tal manera amó Dios a (tu nombre) que dio lo más importante para él.
Léelo de nuevo.
Te invito a escuchar la siguiente canción!
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