Río Celeste, Costa Rica.
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en la senda de los pecadores
ni cultiva la amistad de los blasfemos,
2 sino que en la ley del Señor se deleita,
y día y noche medita en ella.
3 Es como el árbol
plantado a la orilla de un río
que, cuando llega su tiempo, da fruto
y sus hojas jamás se marchitan.
¡Todo cuanto hace prospera!
Salmos 1:1-3 NVI
¿Estoy en el lugar correcto?
Podríamos pensar si estamos en el lugar correcto o si es tiempo de movernos, en ese momento se llena nuestra mente de dudas y cuestionamientos porque hay ciertas situaciones en el trabajo, en la iglesia o en ciertos grupos de amigos que nos hacen dudar de esto y es válido, todos buscamos estar en lugares donde nos sintamos cómodos.
Vienen pensamientos de cambio de trabajo, cambio de iglesia, cambio de posición de servicio, en fin, cambiar nuestro lugar actual.
Pero que pasaría, ¿si Dios desea que estemos en el lugar que pensamos huir?
Muchas veces, con palabras llenas de romanticismo pedimos hacer la voluntad de Dios.
¿Y si es la voluntad de Dios que yo permanezca?
Ahora, los cambios son una realidad y son necesarios, pero muchas veces llenamos nuestra mente con pensamientos de escape o de huida, antes de sincronizarnos con el plan de Dios. Por eso el versículo anterior habla de disfrutar de su palabra, porque nos dará la respuesta.
Donde Dios nos plantó, tendremos provisión, va a cuidarnos, nos hará dar fruto y mucho, incluso tendrá cuidado de cada detalle. Nos va a prosperar.
Sin importar la temporada del árbol o sus condiciones adversas, Dios hace que prospere.
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